Toooma playa de Varadero. Es espectacular. Metros y metros de arena blanca y fina. El problema es que el sol pega de lleno desde primera hora de la mañana y hay que buscar una sombrilla urgentemente porque te achicharras.
El hotel vuelve a ser supercutre a la hora de comer, dicen que ya no hay más comida, que se ha acabado pero en cuanto les aprietas las clavijas ¡voilá! aparece más comida. No nos queda más remedio que quejarnos al Servicio de Atención al Cliente. Se llama Arenas Doradas e incluso algún cubano de por aquí ya me ha comentado que no es muy bueno. Para bajar el mosqueo, un cafelito: la verdad es que es lo mejor que tiene este hotel... Está riquísimo aunque para pedirlo te tienes que tirar diez minutos. Ahora, una reparadora siesta y por la tarde a la piscina. Tiene un bar en medio pero es una asquerosa mierda. Los cocktails son prefabricados y están bien malos, no hay Bucanero y sólo sirve para que los rusos se mamen... Porque eso sí, otra cosa no habrá pero rusos... Está petadito.
Los jardines del hotel son también flipantes: como es lógico, está lleno de bichos; unos lagartos no muy grandes pero con la cola enrollada como un muelle, unos colibríes... Luego, si te vas fijando en las instalaciones te vas dando cuenta de la cutredad: algunas puertas están rotas, el aire acondicionado hace un ruido endiablado, el minibar chirría y hay que apagarlo... Lo que en España es una pensión, aquí tiene cuatro estrellas.
Hemos reservado para cenar: una noche en el restaurante internacional y otra en el italiano ¡muy cubano, sí señor! Nada del otro mundo: faltan la mitad de los platos y la comida es muy normalita pero por lo menos está mejor servido que el bufet libre.
Mientras ando por aquí, aprovecho para ir a bucear: se llaman Barracuda y se pasan el sábado a cogerme. Como es lógico, yendo a Playa El Coral... oootro pinchazo... Y la verdad es que no hemos volcado de milagro: el autobús se movía como un cascarón de huevo pero pudimos parar a tiempo. Y nada, lo de siempre: cambiar la rueda con un palo oxidado, una barra doblada y una llave inglesa también oxidada. La rueda de repuesto, claro, lisa como una mesa, por supuesto. y como en España, uno currando y diez mirando: el monitor, ocho guiris y yo.
Al final en Playa Coral: enorme, muy bonita pero llena de rocas así que hay pocos bañistas. Ideal para bucear. En la orilla hay unos pocos metros cuadrados de arena que es por donde nos metemos. Como es normal, un cubano pidiendo un peso: ¡chico, no descansan! La inmersión es sencilla: no superamos los diez metros y salimos con la botella medio llena. Cambiamos botellas y al agua otra vez. Estamos en la segunda barrera coralina más grande del mundo. Como era de esperar, los peces son de todos los colores y formas: agujas, peces león, peces papagayo... Corales inmensos como el "cerebro" y típicas gorgonias. Pero de profundizar, nada de nada. Setenta CUC y para casa. Es un poco decepcionante porque salimos con la mitad de aire y da la sensación de que hemos desaprovechado la inmersión. en fin, me voy a buscar a la rubia al hotel a darnos un bañito en la piscina.
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